Todo aprendizaje genera un cambio y todo cambio genera aprendizaje.

Me vienen a la mente, aquellos libros y artículos que, desde 1996, varios autores comenzaron a escribir con la finalidad de prepararse e inclusive, anticiparse a los cambios que consigo traería el año 2000. Como seres humanos solemos tener la idea/creencia de que los finales de década o inicio de una nueva, traen consigo novedades.

Me di a la tarea de realizar un nuevo acercamiento y revisar parte de esa literatura. Entre varios, encontré dos libros; uno de Peter B. Vaill titulado: “El Aprendizaje como una Manera de Ser. Estrategias de Supervivencia en un Mundo de Aguas Blancas Permanentes“, el otro, de Margaret J. Wheatley: “El Liderazgo y la la Nueva Ciencia. Aprender acerca de las organizaciones desde un Universo Ordenado.

¿Qué tienen en común ambos libros?

Los temas comunes son: cambio y aprendizaje.

La invitación del primero es que nos preparemos observando el entorno, aprendamos de las experiencias y comencemos a navegar con soltura en las aguas blancas o turbulentas, ya que estas siempre estarán ahí y jamás se irán o terminarán.

El segundo nos lleva a darnos cuenta de que sin entropía y neguentropia no hay homeostasis. Entonces hay que aceptar y comprender el inevitable caos, o inclusive, provocarlo para salir de nuestra zona cómoda y estable, a fin de revisar, reconocer y echar mano de nuestros recursos que nos ayudarán a adecuarnos hasta lograr el equilibrio que nos genere no sólo bienestar, sino también efectividad.

Conclusión: la vida sea personal, profesional, laboral, organizacional, es cambio. El cambio, sean las aguas blancas o el caos, ha estado y estará siempre. Encender nuestro botón de adaptación implica, además de echar mano de nuestros recursos (conocimientos, talentos, competencias, creencias, emociones, liderazgo, etc.), que estemos abiertos a aprender de cada instante y estemos rediseñando nuestro propósito y dando dirección a nuestra vida y a nuestra organización. Todo aprendizaje genera un cambio y todo cambio genera aprendizaje.

Rosa Girón